Es justamente estas semanas finales de mayo cuando se sigue atentamente los reportes de las expediciones que suben las grandes cumbres del Himalaya, en particular Everest, que aprovechan esta ventana de buen clima, antes de las lluvias veraniegas.
Erik Weihenmayer
Con esta inspiración, volví a leer varios libros que tengo relacionados con el tema, y entre ellos, me volví a encantar con el profundamente inspirador relato de uno de los grandes montañistas actuales: Erik Weihenmayer.
Es posible que varios de los lectores no sepan de él, pero les cuento que pertenece al selecto grupo de montañistas que ha logrado completar su extraordinario proyecto de completar las Siete Cumbres (Seven Summits) que se refiere a las montañas más altas de cada uno de los siete continentes (África, Asia, Europa, Oceanía, Norteamérica, Sudamérica, Antártica).
La enorme mayoría de nosotros ni siquiera ha llegado a considerar intentar una de ellas. Pero Erik ya las completó todas … y no ha visto ninguna de ellas.
… pero las conoce a la perfección.
«Touch the Top of The World», Erik Weihenmayer
Erik Weihenmayer es la única persona no-vidente que ha desarrollado una carrera de montañista de primer nivel. Este impresionante montañista debe parte de sus logros a la conexión que logra con todos los aspectos de la experiencia de visitar cada una de estas montañas. En su libro “Touch the Top of the World”, Weihenmayer comenta que muchas veces le preguntan por qué sube montañas si al final él no es capaz de disfrutar de la vista. Erik contesta que la montaña es mucho más que la vista, sino que una experiencia completa. Por ejemplo, sentir el viento en la cumbre es suficiente para entender y percibir que está en la cima, donde las corrientes de las diferentes laderas se juntan. O que el frío y la nieve en las alturas se sienten, al punto que hacen evidentes las condiciones del lugar. El ruido de los zapatos o de los bastones en la roca es otro aspecto más de la experiencia global de visitar y subir una montaña.
Para aquellos de nosotros que hemos subido montañas, recorrido valles y bosques, las sensaciones que describe este sorprendente aventurero son reales y totalmente familiares. Pero como personas videntes, y aún más, fotógrafos, siempre concentrados en usar la vista para capturar con nuestras cámaras, es normal que en ocasiones nos anestesiemos de parte de todas las otras dimensiones de la experiencia.
Cuando comencé con la fotografía en forma más seria, mi motivación fue tremendamente clara y explícita: “quiero ser capaz de capturar la maravillosa experiencia de visitar estos lugares impresionantes”. Al menos reconozco un momento específico en el origen de esta motivación y fue mi primer viaje a la Carretera Austral (sur de Chile), siendo un estudiante universitario en Santiago. Tuve la suerte de “hacer dedo” a un camión que se detuvo cuando llevábamos apenas 10 minutos de espera y nos llevó en un día soleado y magnífico por el recorrido entre Chaitén y Futaleufú.
Aquel viaje de cuatro horas por los rincones de la Carretera Austral, admirando bosques centenarios, glaciares y montañas, aves, y un sinnúmero de otros detalles maravillosos del Sur extremo de Chile, fue una de las experiencias con naturaleza más memorables. No es que no haya sacado fotos, pero las pocas que saqué fueron absolutamente lejanas a la sensación real que viví aquel día. Luego de aquel viaje me di cuenta de lo mucho me gustaba ver buenas fotografías de esos y otros maravillosos lugares, fotografías que realmente capturaron la esencia de la experiencia en diferentes ángulos y detalles.
En esta ocasión, nuevamente inspirado por la palabra escrita de Erik, me propuse elegir unas pocas fotografías que de alguna manera, en forma visual, reflejaran los efectos de otros sentidos: el canto o llamado de un ave, el ruido del viento o del agua corriente.
Así que a continuación comparto con Uds. estas imágenes esperando ser capaz de despertar los otros sentidos que tenemos.
Quebrada de Cari, Valle de la Luna, Reg. Antofagasta
Frío y calor. Pasar de mucho calor a mucho frío en sólo algunos instantes.
Quebrada de Cari, Región de Antofagasta
El Valle de la Luna por si mismo es un lugar especial. Su paisaje provoca en el visitante esa sensación de “estar en otro planeta”. Posiblemente la luna, aunque dudo que la gran mayoría de los visitantes tengamos la real experiencia lunar, para poder comparar.
Uno de sus sectores es la Quebrada de Cari, que ya he visitado en dos ocasiones. La clásica visita cerca del atardecer, permite vivir una dimensión especial en este estrecho cañón. Las rocas crujen, como una orquestada melodía. El crujido se produce por el brusco cambio térmico que se inicia cuando el sol da paso a las sombras en las distintas paredes de la quebrada.
En esta foto se evidencian dos cosas: la sensación de estar caminando por un callejón, rodeado de paredes de roca. A la vez, el tono más rojizo de las paredes propone una sensación de calor asociada al sol que aún pega en la parte superior, en drástico contraste con el fondo de la quebrada, cuya temperatura ya descendió, lo cual se representa por los tonos azules.
Árbol modelado por el viento, Reg. Magallanes
La implacable potencia del viento.
Árbol doblado al viento, Región de Magallanes
La Patagonia es conocida por la omnipresencia del viento. Pero no cualquier viento; viento huracanado. Uno de los íconos que mejor representa esta constante es la imagen de algunos árboles que crecen con esta forma, evidenciando una lucha contra el viento que dura toda una vida. Y en el caso de un árbol “toda una vida” es una tremenda cantidad de años. Aun cuando el día que fotografíe este árbol, el viento era bastante moderado, la estampa encorvada resultó ser lo suficientemente expresiva para graficar la rudeza del viento Patagónico.
Peuco estridente, Región Metropolitana
Los estridentes gañidos de las aves rapaces
Peuco estridente, Reg. Metropolitana
Dentro de las aves silvestres de esta parte del mundo, creo que las rapaces deben estar en el top del ranking de los gañidos más reconocibles y llamativos, al menos en el Valle Central de Chile, donde vivo.
Esta fotografía en particular muestra un ejemplar en cautiverio de Peuco, precisamente emitiendo sus característicos sonidos agudos.
Arroyo en Parque Nacional V. Pérez Rosales, Reg. de Los Lagos
El constante murmullo del agua corriente
Arroyo corriendo por el bosque, Región de Los Lagos
Una foto que evoca el ruido del agua es la de un pequeño rápido en un río secundario en el sur de Chile. Una de las formas de fotografiar agua en movimiento es hacerlo con larga exposición de modo de lograr suavizar el agua, como en este caso, que sigue evidenciando el efecto hipnotizador que tiene el agua corriendo por las rocas en medio del bosque.
Playa de Cachagua al atardecer, Reg. de Valparaíso
Olas y rocas, una combinación milenaria
Costa de Cachagua, Reg. Valparaíso
El ruido del mar, particularmente de las olas golpeando y escurriendo entre las rocas de la orilla, se entremezclan en forma natural con el olor salino que todos reconocemos. Esta foto, a diferencia de las clásicas tomas de atardecer costero, se enfoca en un sector de rocas, que por las algas muestra colores impresionantes, pero que esa imagen visual simplemente palidece ante el totalmente reconocible e inolvidable ruido y olor de la costa.
Sin duda, es un desafío casi imposible el plantearse fotografías que representen las sensaciones de una experiencia al aire libre, que son la parte fundamental de la pasión de aventureros como el reconocido Erik Weihenmayer. Las fotos que presenté no pretenden ser un referente absoluto de esta idea, sin embargo, en mi personal percepción, son suficientemente expresivas en cuanto a las dimensiones no-visuales de las experiencias. Es posible que parte de su efecto se deba a todos los vívidos recuerdos que tengo de las ocasiones representadas por estas fotografías, pero creo que son una muestra de las otras sensaciones que se experimentan cuando andamos de excursión natural.
Los ruidos, el frío o calor, el viento, son muchas de las cosas que guardamos en nuestra memoria y que si podemos potenciarla con las fotografías, el recuerdo se hace aún más potente. En otras palabras, la belleza está más que en lo que los ojos pueden mirar.
… y de todos modos los invito a leer uno de los libros de Erik: “Touch the Top of the World”.
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Nota aparte: ¿Les comenté que hace un tiempo conocí en persona a Erik? 🙂
Con Erik W. San Diego, California, 2005